Aplicables a cualquier ámbito de aprendizaje
Una cultura de pensamiento es un
lugar donde el pensamiento colectivo e individual es valorado, hecho
visible y promovido de manera activa como parte de la experiencia en
proceso de todos los miembros. Cada día, los estudiantes vienen a un museo
que en muchos casos no han visitado antes, listos para comenzar una nueva
experiencia de aprendizaje, creada principalmente por el guía o educador del
museo. Cuando los alumnos llegan, no se están embarcando solamente en un
tour, sino en la formación de una microcultura única, si bien transitoria,
en la que no solamente se sumergen el la cultura del museo sino en
las maneras de pensar y ser dentro de un museo.
Una perspectiva disposicional del pensamiento
Tener un acercamiento disposicional al pensamiento se refiere a la
construcción no sólo de la habilidad de pensar sino de la disposición a
pensar; desarrollar patrones de pensamiento y hábitos mentales que los
estudiantes no solo pueden usar, sino de hecho usar. Desde el punto de
vista disposicional la habilidad no es suficiente para el buen pensamiento; se
debe contar también con la inclinación a hacer uso de esa habilidad junto
con el saber estar alerta ante situaciones para su uso.
A diferencia de las habilidades, las disposiciones no pueden ser
directamente enseñadas, deben ser incorporadas por medio de una cultura.
En los museos, los estudiantes interactúan con y tratan de encontrarle sentido
a nuevos objetos y experiencias y deben pensar en hacerlo. De hecho, lo
hacen: deben ver con atención; preguntar y cuestionar,
hacer interpretaciones; hacer conexiones con cosas que ya conocen;
considerar diferentes perspectivas y puntos de vista; ir más allá de las
apariencias o lo obvio y desvelar las complejidades; y formar conclusiones.
Los educadores del museo no están enseñando estas habilidades ya que los
estudiantes ya las tienen hasta cierto grado pero los ayudan a reconocer
los momentos en los cuales utilizarlas y resaltar su valor, así como alimentar
su conciencia e inclinación hacia el pensamiento. Los museos ofrecen un
ambiente en el cual la cognición, el afecto, el contexto social y
el ambiente están completamente integrados, convirtiéndose en ambientes
ideales para aprender en “lo salvaje”.
Fuerzas que definen una cultura de grupo
Las 8 fuerzas culturales del aula, Estas fuerzas culturales son:
1. Las expectativas comunicadas a los estudiantes
2. Las oportunidades creadas
3. La forma en que el tiempo se aprovecha
4. El modelo o ejemplo que traza el líder del grupo
5. Las rutinas y estructura aplicadas
6. La forma en que el lenguaje y la conversación se desarrollan
7. La forma en que el ambiente está diseñado y es aprovechado
8. Las interacciones y relaciones que se desenvuelven durante la
visita.
Las expectativas…
Incluso antes de llegar al museo, los visitantes tienen expectativas de
la visita que tendrá un impacto significativo en sus experiencias y
aprendizaje.
Para los estudiantes, muchas veces estas expectativas son trazadas en el
aula por su profesor y luego en el museo por el educador; ambos orientan
al estudiante en lo que será la organización y propósito de la visita.
Desde la perspectiva de la enseñanza para la compresión estas
perspectivas son trasladadas por medio de las Metas de Comprensión de cada
"paquete" o visita.
Oportunidades…
Mientras que las expectativas generan un enfoque acerca de lo que los
estudiantes van a pensar y cómo van a hacerlo durante la visita, las
oportunidades les permiten darse cuenta de esas expectativas.
Es importante saber aprovechar las oportunidades para ampliar,
retroalimentar, hacer conexiones, énfasis, etc. En el museo Popol Vuh
podemos invitar a los estudiantes a hacer conexiones con su propia vida, con el
pasado, a imaginar cómo sería vivir en la época de los mayas; así los
estudiantes tienen la oportunidad de contrastar sus propias vidas con
las del prehispánico desde una perspectiva diferente.
Debemos tener claro cuáles son las piezas más importantes, o más
aprovechables, así como los tipos de preguntas y experiencias que le
permitirán a los estudiantes a pensar y aprovechar al máximo las oportunidades.
Tiempo…
Pensar, sea en el aula o en el museo, requiere tiempo. Sin tiempo para
comprometerse apropiadamente con un objeto o idea, la oportunidad para pensar
puede perderse. Es sólo a través de una indagación profunda y extendida que se
pueden sacar conjeturas, se pueden examinar perspectivas, valorar teorías y
desarrollar nuevas comprensiones. Incluso en una visita desestructurada al
museo, el tiempo se correlaciona de gran manera con las interacciones y el
recuerdo que a los alumnos les quede de esta experiencia. Muchos educadores de
museos dicen que comprometerse con una obra de arte o un objeto histórico
necesita al menos de 12 o 15 minutos. Esto puede crear un gran dilema entre los
educadores de los museos. Sin embargo, si el objetivo de una visita es el de fomentar
el pensamiento de los estudiantes, los guías del museo muchas veces deben hacer
difíciles decisiones sobre qué mostrar y qué enfatizar durante una visita de
una hora. Tomarse unos minutos al inicio de la visita para hacer algunas
preguntas clave, dándoles tiempo para pensar, dando lugar a la elaboración y
esclarecimiento, y luego dándoles una segunda oportunidad para pensar, podemos
ayudar a los estudiantes a ir más allá de las respuestas fáciles. También les
enviamos el mensaje de que su pensamiento es valorado y que vale la pena
tomarse el tiempo para pensar.
Además, establecemos un ambiente de trabajo, que los ayudará a
establecer conexiones, compartir ideas, participar activamente y estar atentos…
Estas elecciones cuidadosas sobre dónde pasar más tiempo y cómo construir la
experiencia de los estudiantes es esencial en toda visita. Tomarse unos minutos
al inicio de la visita para hacer algunas preguntas clave, dándoles tiempo para
pensar, dando lugar a la elaboración y esclarecimiento, y luego dándoles una
segunda oportunidad para pensar, podemos ayudar a los estudiantes a ir más allá
de las respuestas fáciles. También les enviamos el mensaje de que su
pensamiento es valorado y que vale la pena tomarse el tiempo para pensar.
Además, establecemos un ambiente de trabajo, que los ayudará a establecer
conexiones, compartir ideas, participar activamente y estar atentos… Estas
elecciones cuidadosas sobre dónde pasar más tiempo y cómo construir la
experiencia de los estudiantes es esencial en toda visita. Muchas veces, los
momentos de silencio que requiere observar una pieza, y el potencial para
problemas de disciplina, puede incomodar a los educadores del museo. Sumado a
esto, saber todo lo que aún debe recorrerse y enseñarse crea una gran presión.
Sin embargo, si una de las disposiciones que el educador quiere promover es la
de observar cuidadosamente y apreciar, los educadores deben modelarla y proveer
el tiempo adecuado para ello.
Establecer un Modelo…
“Los niños se desarrollan dentro de la vida intelectual de aquéllos
alrededor suyo”
Lev Vygotsky
Los modelos de pensamiento y aprendizaje son importantes para los
estudiantes mientras que ellos mismos buscan nuevas maneras de pensar y ser en
el mundo. Cuando el aprendizaje está centrado sólo en los hechos, habilidades y
conocimiento, los estudiantes están recibiendo un modelo muy pobre de lo que
significa aprender.
Los estudios han demostrado que observar modelos o ejemplos de cómo los
adultos hacen uso e interactúan con los objetos del museo afecta positivamente
las interacciones de los niños. Por lo tanto, los educadores del museo deben
encontrar maneras de discutir y modelar su propio pensamiento, aprendizaje y
uso del museo compartiendo lo que los compromete a éste de manera personal, cómo
su pensamiento o apreciación de los objetos de la colección ha cambiado con el
tiempo o cómo hacen uso del museo para ampliar su propio aprendizaje. Haciendo
esto, el aprendizaje y pensamiento de los estudiantes se sitúa en una comunidad
de práctica, como la de los visitantes de museos.
Rutinas y Estructura…
Las Rutinas son patrones de comportamiento que estructuran nuestras
actividades. Las rutinas más comunes utilizadas por los educadores de un museo
son las de comportamiento, que establecen el orden, el movimiento, las
interacciones físicas con la colección y la comunicación en las salas. Las
Rutinas de pensamiento y aprendizaje funcionan de la misma manera. También
brindan una estructura para interactuar con la colección, mentalmente, más que físicamente.
Como herramientas que culturizan, las Rutinas de pensamiento ayudan a fomentar
la apreciación a largo plazo de los estudiantes y la comprensión acerca de cómo
ver los objetos de las colecciones y sacar lo mejor de sus visitas a los
museos.
Las Rutinas de pensamiento ayudan a los educadores a estructurar la
observación cuidadosa y la interpretación a lo largo de la visita. Al
iniciar con una discusión sobre un objeto o elemento importante, con el debido
tiempo para pensar, un simple pero efectiva rutina puede ser establecida.
Podemos comenzar con Piensa, conecta, comparte, donde los
estudiantes comparten con un compañero sus ideas, lo que permite que todo el
grupo participe utilizando menos tiempo del que requeriría hacer una discusión
con todo el grupo. Podemos partir también de la estructura
descripción, análisis, interpretación y juicio.
Estos patrones de cuestionamiento pueden convertirse en rutinas si se
hacen explícitas y se usan repetidamente de modo que se vuelvan familiares para
los estudiantes así como para el educador. Al hacer los patrones de instrucción
implícitos, el proceso de observar y pensar acerca del arte es desmitificado y
se convierte en algo que los estudiantes pueden hacer de manera independiente.
Al usar preguntas bien estructuradas, como “¿qué está pasando en esta imagen?”,
“¿Qué te hace decir eso?” y “¿Qué más puedes encontrar?” los estudiantes van
descubriendo las expectativas que pueden tener y comienzan a pensar
automáticamente en proveer evidencias.
La Rutina ¿Qué te hace decir eso? Es una rutina útil en
muchas situaciones y puede usar fácilmente en el momento que se quiera empujar
a los estudiantes a apoyar sus ideas en evidencias.
Otras Rutinas que podemos utilizar son:
-Mira, piensa, pregúntate
¿Qué ves?¿qué piensas de eso?¿qué te hace preguntarte?
-Conecta, amplía, encuentra los retos
Se le pide a los estudiantes que hagan conexiones
con cosas que ya saben o conoce, identificar cómo su conocimiento se ha
extendido en nuevas direcciones por la experiencia de aprendizaje, y que
consideren retos, dudas o preguntas que surjan de la experiencia.
Las Rutinas de pensamiento establecen una manera de interactuar con la
colección del museo que los estudiantes pueden llevarse y utilizar en futuras experiencias
de aprendizaje. Estas son la parte central de nuestros Desempeños de
comprensión.
Lenguaje…
El lenguaje es un mediador crucial de nuestras experiencias. “El niño
comienza a percibir el mundo a través no sólo de sus ojos sino también a través
del lenguaje. Y más adelante no es sólo su capacidad de ver sino de actuar la
que es formada por las palabras” Los museos ayudan a los alumnos no sólo a
desarrollar su percepción sino a desarrollar su lenguaje al hablar de esa
percepción. En el museo siempre estamos introduciendo nuevas palabras en el
vocabulario de los niños, las cuales ayudan a que hagan sus ideas más palpables
al conectarlas a las palabras. La conexión de ideas y palabras tiene que ver
también con el pensamiento. Los estudiantes necesitan del lenguaje para guiar y
expresar sus ideas; interpretación, análisis, comparaciones, teorías, conjeturas,
dudas, etc. “Antes de que los estudiantes puedan controlar un proceso deben ser
capaces de nombrarlo”.
Aprender a navegar a través de y conectarse con palabras como arte,
ciencia, arqueología, etc., depende del lenguaje que se utiliza para describir
y analizar lo que se ve. Adicionalmente a usar un lenguaje de pensamiento y
disciplinario, los educadores deben incentivar las conversaciones de los
estudiantes. Guiar las conversaciones de los estudiantes para que se vayan
profundizando a lo largo de la visita le brinda también una comprensión y
apreciación más profunda del aprendizaje de los estudiantes a los educadores.
Ambiente…
Los contextos sociales, personales y físicos influyen de gran manera en
los visitantes de todo museo.
Pero muchas veces no es sólo la distribución de las salas y los museos
sino las decisiones del guías sobre cómo utilizar el espacio, facilitar
interacciones con la colección y entre el grupo y cómo documentar el
pensamiento de los estudiantes, lo que contribuye a que se cree una cultura de
pensamiento a lo largo del tour.
Relaciones e interacciones…
El aprendizaje es fundamentalmente un desempeño social. Por lo tanto,
las relaciones entre los líderes del grupo y los estudiantes y entre grupos de
estudiantes son un componente crucial de cualquier situación de aprendizaje.
Muchas veces, el corto tiempo con el que contamos en una visita al museo hace
del desarrollo de relaciones algo difícil. La interacción y relación debe
ser establecida rápidamente entre los guías y los estudiantes por medio de
simples gestos como la utilización de gafetes con nombres para que los
estudiantes pueda ser llamados por su nombre, y hablar con los estudiantes
informalmente en la entrada o cuando se camina de una sala a otra. Lo más importante,
sin embargo, es mostrar un interés genuino en los estudiantes y las ideas que
surgen a lo largo de la visita. Cuando se muestra interés dándole seguimiento a
sus aportes y aclarando o ampliando sus ideas, los estudiantes estarán más
abiertos a hacer aportes más inteligentes y elaborados.
Podemos apoyar, celebrar y premiar sus aportes con comentarios como “esa
es una idea muy interesante”, poniendo atención a sus ideas, integrando los
comentarios de los alumnos con lo que es está analizando. Debemos mostrar
nuestro interés, invitar a otros a elaborar y legitimar el pensamiento de los
estudiantes. Esto nos garantizará en gran manera el establecimiento de una
comunidad de aprendizaje a través de las interacciones sociales e intercambios
donde los niños y adultos están en el mismo plano.
Conclusión
Lo más importante de esta perspectiva es el resaltar las interrelaciones
entre la cognición, el afecto, el ambiente físico y el contexto social,
colocando la enseñanza de disposiciones de pensamiento en un contexto
sociocultural más que uno didáctico. El buen pensamiento depende de resaltar
ocasiones para pensar “en lo salvaje” y tener la inclinación para alcanzarlas,
no sólo poseer una habilidad.
Los educadores de museos debemos meditar por lo tanto en las
experiencias que creamos para nuestros estudiantes. A pesar de que las visitas
a los museos son muchas veces cortas, éstas proveen la oportunidad de crear una
cultura de pensamiento utilizando las fuerzas culturales que promueven y apoyan
el pensamiento.
Fuentes:
1.Ron
Ritchhart, Cultivting a Culture of Thinking in Museums
2. Ron
Ritchhart, Intellectual Character: What It Is, Why It Matters, and How to Get
It (San Francisco:
Jossey-Bass,
2002).
3. David N.
Perkins and others, “Intelligence in the Wild: A Dispositional View of
Intellectual Traits,” Educational Psychology Review 12, no. 3 (2000): 269–93;
David N. Perkins,
Eileen Jay,
and Shari Tishman, “Beyond Abilities: A Dispositional Theory of Thinking,”
Merrill-Palmer Quarterly 39, no. 1 (1993): 1–21.
4. David N.
Perkins and Ron Ritchhart, “When Is Good Thinking?” in Motivation, Emotion, and
Cognition: Integrative Perspectives on Intellectual Functioning and
Development, ed. David Yun Dai and Robert J. Sternberg (Mahwah, NJ: Erlbaum,
2004)